lunes, 21 de noviembre de 2016

#TerapiaDeLetras: Nuestro Auditorio Abandonado

Escribí estas palabras luego de leer, gracias a mi profesor de Seminario de Literatura Venezolana, un ensayo de Mariano Picón Salas llamado "Auditorio de Juventud" y quise compartirlas con ustedes;

Mariano Picón Salas hace una crítica expresando que todo joven debería leer, los dirigentes estudiantiles aún más, los que se sienten capaces de luchar por los intereses de los demás. Pero capaces de hacerlo con sinceridad y para todos ya que toca esa fibra sensible del ser Venezolano y el cómo nos hace falta sentirnos como tales, desde lo cultural, organizacional y llenarnos de entusiasmo, de cómo necesitamos que verdaderamente se nos eduque con ganas de quedarnos y trabajar para nosotros mismos, porque la mente humana funciona, o puede funcionar, más allá de los instintos animales, dice Picón Salas, “es lo que nos diferencia, el mundo del espíritu, del más inexorable mundo de la naturaleza.”

Algo muy cierto que menciona Picón Salas en este ensayo es con respecto a la educación y cómo somos educados para “copiar” desde la retaguardia y el vergonzoso hecho de que aún tengamos circunstancias en las que se llame a un extranjero para que nos dé una cátedra “como se debe”, como dirían algunos estudiantes porque “ese si debe saber”. Aquí nos hemos acostumbrado a que lo mejor nos viene de fuera y aún seguimos luchando (unos más que otros) para que el Venezolano se sienta orgulloso de serlo verdaderamente, no por momentos, que se sienta un sincero compromiso con el país y no siga educándose con el pensamiento cultural que tenemos de: “estudio y me voy”. 

Es curioso además cómo Picón Salas hace uso de su crítica citando un ejemplo cierto sobre mejorar “el hábitat” universitario comparándolo con una universidad de Estados Unidos y cómo éstas “se interesan por sus alumnos en un amplio sentido de integración humana”, y llena sus hojas de mucha razón: cómo nos degradamos, denigramos, debido a estas circunstancias que nos degradan y nos denigran y terminamos despreciándonos.

Pero quién no se denigra o desprecia si, siguiendo con vehemencia el bravo razonamiento de Picón Salas, a cuenta de que tenemos una fuerte historia político-cultural en las botas de Simón Bolívar, que luchó porque pudiésemos ser nosotros mismos y vivir con nuestras propias raíces fuera de lo que mandase un Rey quién sabe dónde, cambiando a que nos mande un presidente quién sabe dónde… a estudiar en “aldeas”, escuelas universitarias que a veces no cuentan ni con lugares para sentarse, 

¿Quién no se sentiría denigrado estudiando así? 

Es así donde el estado se lava las manos, pero como dice Picón Salas: “La obligación no se cumple con el libre y gratuito acceso a las escuelas públicas; dijérase que debe abarcar la más amplia defensa de la raza y su preparación biológica y moral para que actúe con eficacia en el progresivo desarrollo del país”, porque no es solo ir y escuchar hablar a un profesor, que a veces ni ellos saben de lo que hablan, también los factores dónde, cuándo y cómo son donde gravita todo lo demás.

¿Quién presta óptima atención sentado en el suelo en un salón, o en un pupitre chueco, sin ventanas y el sol cayendo en pleno sobre el techo? 

Estas son las circunstancias en las que vivimos y en las ciudades más desarrolladas vemos estas condiciones; y es a estas y muchas otras condiciones a las que debemos hacerles frente y reclamar, debemos entender que somos mucho más que esto y meremos mucho más, no podemos seguir siendo los que simplemente se sienten ahí a tratar de escuchar a pesar de la incomodidad, el calor y la degradación.

Nota publicada originalmente aquí.

Roraima Colina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Publicidad

Publicidad

Escuchanos

Escuchanos